El amor y el miedo son las mayores fuerzas que nos mueven a los humanos. En cada momento de gran despliegue emocional esas sensaciones están presentes, es la medida de su intensidad la medida para sentirse vivo. No hay manera de saber si lo que somos es el sueño o la pesadilla de algo más, no hay manera de saber si existimos realmente; sin embargo la nitidez de las sensaciones de miedo y amor son innegables, van más allá del tiempo y ocupan todo el espacio.
Siempre es mejor simplificar el amor, siempre es mejor pensar en el amor como en el absoluto que todos han sentido y entienden. El amor como un sentimiento unico, puro, homogéneo: nada más falso. El miedo es la herramienta principal del poder, nada mejor que el miedo para generar inmovilidad y obediencia; si a ese miedo lo acompaña una percepción del amor como la idiotez de la pureza hemos creado el mundo de las tiranias.
Cuando el amor y el miedo se disputan la acción del sujeto, no hay manera de saber el resultado. Es ese el momento de ser coherente con el discurso del amor que cada uno mantenga, es en medio del conflicto que la complejidad de esos sentimientos nos lleva a una u otra acción. La historia demuestra que la mayoria de las veces gana el miedo.
domingo, 4 de noviembre de 2012
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