Estas alas viejas
se baten a veces
en la arena
y juegan la ronda
del nuevo amor.
Polvorientas plumas
se preparan para el viaje
a sabiendas de que han olvidado
volar.
Unos ojos surcaron el cielo
pero aquí me he quedado:
tejiéndoles un nido
en la memoria
mientras se pierden
entre nubes
a lo lejos.
sábado, 19 de junio de 2010
Pasar la hora. por Ricardo I
Antes, idea siguió la línea
magníficos horizontes encontraron
cosas, objetos
extraños y vacíos, aires y un tecleo incansable
sólo interrumpido por el pensamiento,
por la idea hecha rostro, reunión de rostros.
Antes como siempre era el viaje de la esperanza
asi, consciente del disfraz acostumbrado,
idea apenas sugerencia
de una filosofía anhelante de público,
pose de lectura, pose de vacíos, sin deseo.
Así, no hubo viaje, no hubo público
y quedó la pose. Llenó vitrinas y páginas y fotos,
sucumbió en taxis y puñaletas
y en falsas ideas que le hirieron
profundo, como siempre, insaciado.
Mejor regresar a la iglesia
oveja, blanca descarriada impura
como la palabra de persona madura,
dejar la confusión y la filosofía,
dejar el taxi y la cartera del pasajero.
Después conocer por fin
la inmensidad del horizonte,
donde mayor aún que el temor,
es el silencio de las ideas. Ya no hay ideas,
ni idea ni nada. Fortuna del silencio.
Líneas solo en los muros, palabras refundidas
reducidas en el nó: Bulla,
cerebro tempestuoso originando
la traición desde su elevado refugio,
terrible ruindad eclipsó el silencio.
magníficos horizontes encontraron
cosas, objetos
extraños y vacíos, aires y un tecleo incansable
sólo interrumpido por el pensamiento,
por la idea hecha rostro, reunión de rostros.
Antes como siempre era el viaje de la esperanza
asi, consciente del disfraz acostumbrado,
idea apenas sugerencia
de una filosofía anhelante de público,
pose de lectura, pose de vacíos, sin deseo.
Así, no hubo viaje, no hubo público
y quedó la pose. Llenó vitrinas y páginas y fotos,
sucumbió en taxis y puñaletas
y en falsas ideas que le hirieron
profundo, como siempre, insaciado.
Mejor regresar a la iglesia
oveja, blanca descarriada impura
como la palabra de persona madura,
dejar la confusión y la filosofía,
dejar el taxi y la cartera del pasajero.
Después conocer por fin
la inmensidad del horizonte,
donde mayor aún que el temor,
es el silencio de las ideas. Ya no hay ideas,
ni idea ni nada. Fortuna del silencio.
Líneas solo en los muros, palabras refundidas
reducidas en el nó: Bulla,
cerebro tempestuoso originando
la traición desde su elevado refugio,
terrible ruindad eclipsó el silencio.
Ricardo II
Hilos
Enredado el hilo en el tumulto
de edificaciones y cordajes,
la cometa enloquece
y en lo más alto del cielo
de la ciudad
se queda suspendida dando vueltas
sin término y sin propósito.
Agonizante que se niega
que no puede
descender y besar tierra,
lucha, indefensa ya,
contra el rudo viento
que sopla más que nunca,
cuando todo está perdido.
Frágil papalote de colores
que en la altura sigue volando
condenada al más incierto abandono.
Enredado el hilo en el tumulto
de edificaciones y cordajes,
la cometa enloquece
y en lo más alto del cielo
de la ciudad
se queda suspendida dando vueltas
sin término y sin propósito.
Agonizante que se niega
que no puede
descender y besar tierra,
lucha, indefensa ya,
contra el rudo viento
que sopla más que nunca,
cuando todo está perdido.
Frágil papalote de colores
que en la altura sigue volando
condenada al más incierto abandono.
Ricardo I
CUANDO VOLVERÁS?
Ahora que has superado la duración,
cuando el peso del cielo, aire
blanco, ondeando pendiente
de escapar a horrorosas mezquindades,
a terribles recuerdos, fantasmas
siempre presentes siempre huyendo, siempre
ausentes, llenando tu senil vaguedad.
Ya nada importa,
sólo el grito de ausencias
siempre presentes, siempre
el camino cierto del engaño a sí mismo, así siempre, ocultando
su oscura prole, la presencia de lo hecho,
ignominia pariendo lo actual,
y ahora cuando las luces-siglos
mas allá de cualquier tiempo,
ocupan, poco a poco,
tu deleznable rostro; escondido
siempre de la lucha,
de su interno enemigo, duran
lo que nunca duró el afecto,
ya no quieres recordar maldito,
ruin sirviente de tus amos, asegurando día a día, la noche
de tus sueños de dios, y al despertar
de todos los olvidos y presencias
triste, incluyendo el fantasma
de la superficie de tus afectos.
Ahora que has superado la duración,
cuando el peso del cielo, aire
blanco, ondeando pendiente
de escapar a horrorosas mezquindades,
a terribles recuerdos, fantasmas
siempre presentes siempre huyendo, siempre
ausentes, llenando tu senil vaguedad.
Ya nada importa,
sólo el grito de ausencias
siempre presentes, siempre
el camino cierto del engaño a sí mismo, así siempre, ocultando
su oscura prole, la presencia de lo hecho,
ignominia pariendo lo actual,
y ahora cuando las luces-siglos
mas allá de cualquier tiempo,
ocupan, poco a poco,
tu deleznable rostro; escondido
siempre de la lucha,
de su interno enemigo, duran
lo que nunca duró el afecto,
ya no quieres recordar maldito,
ruin sirviente de tus amos, asegurando día a día, la noche
de tus sueños de dios, y al despertar
de todos los olvidos y presencias
triste, incluyendo el fantasma
de la superficie de tus afectos.
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