lunes, 10 de marzo de 2014

¿Cuáles son y cómo se construyen las concepciones sobre el Estado en el movimiento indígena colombiano en la actualidad?



  1. Justificación. (¿por qué vale la pena estudiar el tema de investigación seleccionado? ¿cuál es el aporte práctico y el aporte teórico de este tema?)

El panorama de existencia de los pueblos indígenas colombianos enmarcados en la política económica neoliberal es, por lo menos, preocupante[1]. Las diferentes configuraciones políticas del movimiento indígena se han visto afectadas por diversas coyunturas externas y complejas tensiones internas. Temas centrales que atraviesan el debate dentro del movimiento indígena como la tenencia de la tierra, las formas de producción, la participación política, las formas de propiedad, la autonomía, la autodeterminación; implican la compresión del Estado como categoría de acción y discurso junto a la comprensión del sentido e intereses que funcionan dentro del Estado Colombiano en particular. Esa comprensión puede aportar a la construcción de estrategias propias del movimiento indígena en general, y de los pueblos indígenas específicos, frente a los escenarios políticos que son apropiados para posicionar lo originario como opción vital para la sociedad. Esta investigación pretende  encontrar, analizar y sintetizar las construcciones conceptuales que ha producido la lucha indígena en los últimos  años sobre el Estado como categoría política.

La evidente negación de las concepciones indígenas dentro de los intereses económicos neoliberales no se va a transformar, como proceso democrático, en un escenario de dialogo y encuentro de intereses. El capitalismo expresado por las corporaciones multinacionales no está en debate, no busca conciliar. No oponerse, desde los pueblos indígenas a las políticas nacionales que sustentan esa política económica para el país, implicaría la perdida irremediable de conocimientos ancestrales y opciones para la vida humana. La resistencia de los pueblos originarios en todo el mundo es la posibilidad que se abre para transformaciones sociales de larga duración, es por eso que la conceptualización, entendida como la comprensión abstracta de la existencia, es parte clave para enraizar y hacer crecer esas opciones de vida. En ese proceso la percepción y conceptualización que se construye sobre la categoría Estado aporta a la síntesis de las diversas formas de resistencia indígena y contribuye en el camino de construcción de posibilidades para la sociedad.

La memoria de la lucha indígena en Colombia no es la memoria escrita y terminada de un sector, en ella está tejiéndose un mundo posible. Referirse a la memoria de los pueblos originarios como diferente y separada de la memoria nacional, es una posibilidad en la abstracción; pero no en la concreción de la existencia cotidiana de la sociedad colombiana. En cada territorio del país, en cada relación social, en cada elaboración cultural se manifiesta la presencia de lo originario como fuerza vital de la historia. Otra cosa es que se oculte dentro de la idea generalizante de una multiculturalidad de papel. La memoria que camina el movimiento indígena nos recoge a todos, porque no existe una memoria única, ni existe una memoria terminada, la memoria es el camino dentro del territorio. Aquí es necesario señalar que el término movimiento indígena no se construye como un sujeto social, más bien se trata de un sistema sociocultural. El intento es construir la categoría de movimiento desde la indeterminación y no desde la mecánica clásica.

Nada de lo que acontece en la vida está por fuera del movimiento. El movimiento como categoría universal nos introduce como generalidad en el proceso de conformación de lo humano, el movimiento ha sido y será una de las bases de lo que somos como humanos, como existencia de lo que conocemos y desconocemos, el movimiento es acción y transformación, relación, energía, orden, caos. De esta forma, la interacción es la base fundamental del movimiento, la simultaneidad de las acciones que se presentan en un determinado instante que cobra sentido, vida y posibilidad creadora. Entendido como concepto, el movimiento no responde a la lógica puramente empírica. Eso nos lleva a construir el movimiento más allá de lo mecánico, a entender el movimiento como base epistemológica. Desde la física teórica comprendemos que el movimiento existe como fuerza de la incertidumbre, como fuerza del caos y el cosmos; sobrepasando la idea newtoniana del movimiento exclusivamente como evento mecánico de la materia. El dispositivo universal, construido en la humanidad, que produce conocimiento mediante la relación pensamiento realidad en una variación gigantesca dada por las subjetividades y las culturas; puede abarcar en una sola conciencia el pensamiento del todo y el absoluto. Eso, que en forma mecánica y esquemática, llamamos dispositivo, está, habita, en nuestra actividad cotidiana.

Entendido en esta perspectiva el movimiento indígena es parte del entramado sociocultural de la categoría nación colombiana. La multiculturalidad no se realiza por decreto, es decir, la Constitución del 91 no hace más que ratificar lo que ya es un hecho, pero no en términos de la igualdad liberal que es como lo plantea el papel, sino en términos de la vida, en ese sentido la multiculturalidad es la cultura colombiana: no una idea unificante, homogeneizante; se trata de relaciones, de interacción social en medio de políticas nacionales para la producción, que fortalecen un sistema económico sustentado en la explotación solo para la ganancia de capitales. En este sentido, y no solo en cuanto a lo indígena, ¿cómo una nación es multicultural con un sistema de producción sustentado solo en la relación social del capital? Entonces la multiculturalidad y la diversidad, para su desenvolvimiento real en la nación, deben expresarse también en los sistemas productivos, en la autoridad y en la organización social.

Dentro del movimiento indígena se construyen diversas opciones para la organización social colombiana, que responden a diversos intereses, no se trata de un unificado ente monolítico. El movimiento indígena es la concreción de la tensión dialéctica entre procesos organizativos y coyunturas socio políticas. Además el movimiento indígena es también una confluencia de sectores y posturas sociales, se trata de un flujo vivo que impacta el desarrollo de la sociedad colombiana. Los tiempos que requiere el desenvolvimiento del movimiento indígena, que implica el desarrollo propio de los pueblos originarios, son los tiempos de la vida, mucho más complejos que los tiempos del capital. Afirma Jaramillo (2011:9):

El tiempo es el recurso más escaso que tienen los proyectos de vida de los pueblos indígenas, afrocolombianos y campesinos, debido a que sus territorios y sus recursos, a una velocidad descomunal, están siendo enajenados por voraces empresas nacionales y transnacionales, en connivencia con el Estado y apoyándose en el silogismo del desarrollo económico. Se está presentando entonces una situación que bloquea una salida social digna a estos pueblos, para que puedan recrear sus sociedades estableciendo relaciones horizontales con las otras culturas y aprovechando lo mejor de ellas para materializar sus deseos y aspiraciones, sin verse obligados a negar los rasgos distintivos de su ser social, o renunciar a sus propios proyectos históricos. Estos son desafíos políticos e ideológicos de la multiculturalidad.”

Sin embargo el ritmo no debe acelerarse en cuanto al movimiento indígena, la apuesta es a la desaceleración del movimiento caótico del capital. Indudablemente el movimiento indígena ha elaborado estrategias claves en ese proceso. Una de las más evidentes ha sido el impacto en la juridicidad, la legitimidad y la legalidad del Estado Colombiano. Sin embargo estos caminos han implicado varios horizontes, de una parte:[2]

Uno que es muy importante. Aquella idea de Estado unitario y Nación homogénea, que había sido el ideal de muchos pensadores y élites políticas de Colombia, comenzó a resquebrajarse con la Constitución de 1991, y ya no va más... Y no obstante el menoscabo que sufrió la Constitución de 1991 con el reordenamiento económico, jurídico y político que se ha hecho del país en los últimos años para restaurar un régimen gamonalista y terrateniente, en el cual el presidente Uribe se empeñó a fondo durante sus ocho años de gobierno, no se logró desmontar el Estado liberal de derecho que se ha venido construyendo, y que ha disminuido el poder de los potentados, las ideologías y las religiones

Y de otra:

El otro cambio… es el que se ha producido al interior de las organizaciones indígenas, como producto de la apertura del Estado hacia sus pueblos indígenas y afrocolombianos con esa Constitución. Ha surgido un tipo de dirigente, que representa a sus pueblos ante el Estado. Se trata de modernos profesionales de la política… Utilizan los movimientos, alianzas, partidos políticos indígenas y a sus amigos, más como vehículos de promoción personal y menos como herramientas para forjar instituciones económicas y políticas dinámicas que viabilicen el mejoramiento económico y social, y aumenten la capacidad para defender los bienes comunes de sus pueblos… Ya que algunos de esos líderes históricos eran también guías espirituales de sus pueblos, se podría decir que lo que se presenta actualmente es el triunfo del funcionario sobre el chamán... Un problema adicional que se presenta es que ventilar estos asuntos no es sencillo, pues estas apreciaciones críticas, aunque sean comedidas, no son bien recibidas por las organizaciones, que prefieren no hablar de estas necedades de sus dirigentes, ya que esto afecta la credibilidad y por lo tanto la solidaridad internacional.”

Entonces la comprensión de la conceptualización del Estado desde el movimiento indígena implica una posibilidad de cualificar diferentes estrategias dentro del marco de ese movimiento. El estudio previo que he realizado sobre el Estado evidencia que el poder está sustentado en formas específicas: la oficina (verticalidad), el documento (hegemonía), la estadística (sectorización), programas y proyectos (acciones de control), funcionarios calificados (control desde la subjetividad). En este sentido las investigaciones previas se han quedado en el análisis desde categorías creadas por el mismo Estado:

La complejidad para estudiar el Estado viene de la misma ciencia política que presume su neutralidad frente al aparato, mientras es parte de las estrategias de poder de conocimiento del mismo Estado. El Estado se configura como el aparato que determina el campo de juego del conocimiento social, por eso allí radica la relación entre el poder del Estado y la subjetividad política del funcionario.” (Orjuela, 2009: 66

La propuesta ahora es construir esas categorías desde el movimiento indígena para confrontar las dos visiones. Esa confrontación permite analizar y sintetizar herramientas apropiadas para la lucha política de quienes encontramos nuestro marco de identidad política en el movimiento indígena colombiano.

Luego de 23 años de la constituyente parecerían no ser claros los caminos que anda el movimiento indígena. Es posible identificar algo de los logros, las oportunidades, los aciertos, los temores y las pérdidas del movimiento indígena; sin embargo es como si con la constitución del 91 comenzara una noche sin estrellas en las que no se vislumbra fácilmente un horizonte. Caminamos, sí, pero ¿hacia dónde? Y no solo es el movimiento indígena, nos sucede a todos. El derrumbe de la ideología del progreso y del desarrollismo nos abrieron muchas posibilidades, pero sólo podemos vivirlas, ya no existen futuros venturosos al otro lado, ya, maravillosamente, se apagó la luz de una sola verdad impuesta. Sin embargo la necesidad de comprensión es la construcción del camino que vamos andando. En este sentido la investigación propuesta no separa lo teórico de lo práctico, imposible en el camino; lo que interesa es recorrer la memoria para encontrar los hilos, los tejidos que hemos hecho. Esas memorias sintetizadas en categorías abstractas pueden convertirse en bastones para seguir el camino, pueden acompañarnos para evitar golpes, caídas, dolores[3]. Esta investigación es mi apuesta a la esperanza, pero el “mi” es colectivo, no solo del movimiento indígena, sino de todos los que son y han sido conmigo, un sujeto particular y situado sintetiza, pero el camino es conjunto; un sujeto construye palabras, pero sus raíces están en el tejido de lo humano (en el sentido freireano del término, no en el sentido del humanismo ilustrado).

  1. Referentes bibliográficos.

Jaramillo, Efraín. 2011. Los indígenas colombianos y el Estado: Desafíos ideológicos y políticos de la multiculturalidad. Editorial Códice. Colombia.

Valbuena, Armando. 2007. Acontecimientos del pueblo wayuu. Intervención ante la Segunda Sala de Revisión de la Corte Constitucional. En: Documentos para la historia del movimiento indígena colombiano contemporáneo. Compilado por Enrique Sánchez y Hernán Molina. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2010.

Orjuela, Adriana. 2009. La subjetividad política en la función pública. Texto inédito para obtener el título de magister de la Universidad Pedagógica Nacional.

Segura, Víctor. 2012. ¿Hacia dónde va el movimiento indígena colombiano? Entrevista a Efraín Jaramillo. En: http://www.desdeabajo.info/ediciones/item/20035-%C2%BFhacia-d%C3%B3nde-va-el-movimiento-ind%C3%ADgena-colombiano?.html revisado el 18 nov de 2013.


[1]Aquí ustedes están conociendo al pueblo kofán que tuvo hace treinta años más de veinticinco mil habitantes; con los resultados de la exploración y explotación petrolera hoy estoy convencido que solo tienen menos de dos mil habitantes. Hay que mirar cómo en cuarenta años existe una reducción de más del 80% de su población, y además hoy muchos de ellos se encuentran en el Ecuador, no en calidad de refugiados políticos, pero allá están…  ¿La eficiencia para fabricar un megaproyecto en los pueblos indígenas es racional, aplicando la desaparición de los pueblos indígenas? Y tenemos un caso emblemático, hasta el día de hoy el Gobierno ha demostrado que no tiene la capacidad para aplicar ni uno solo de los acuerdos que ha firmado el pueblo embera katío con el Gobierno colombiano” (Valbuena, 2007: 347-349)
[2] Apartes de la entrevista a Efraín Jaramillo Jaramillo, investigador, autor del libro Los Indígenas colombianos y el Estado: Desafíos ideológicos y políticos de la multiculturalidad. En http://www.desdeabajo.info/ediciones/item/20035-%C2%BFhacia-d%C3%B3nde-va-el-movimiento-ind%C3%ADgena-colombiano?.html
[3] Afirma Jaramillo en la entrevista citada “también es cierto que élites que concentran poder y gobiernan sin restricciones para beneficio propio, no es un asunto exclusivamente indígena, también está generalizado, y es aún más común, en el mundo de los partidos y de los movimientos sociales en Colombia. Esto desanima, pues le resta entusiasmo al activismo social, ensombrece el romanticismo de las luchas populares y vuelve aburrida la militancia política. Así andamos

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